Sólo basta escuchar el molesto
sonido que hace la alarma de mi celular para abrir los ojos y dar comienzo a un
nuevo día, aún con los párpados pesados y con el calor de mis cobijas se me
dificulta levantarme, pero hago el esfuerzo o mi papá me da
el empujón diciéndome ¡A LEVANTARSE!, como si fuera partícipe de la
famosa serie ''The Walking Dead'', me
dirijo hacía la ducha, esa que suena horrible y a la que alguna vez le tuve
miedo por esa película del payaso asesino, entro a ella y espero que
el agua este a la temperatura adecuada, adecuada para mi es que este casi
hirviendo puesto que detesto el agua fría. Al demorarme de 15 a 20 minutos en
la ducha me dispongo a vestirme, se preguntarán sino alisto ropa pero es que yo
lo hago la noche anterior.... Las cremas y el perfume no pueden faltar, pero
antes que todo y lo más importante para mí es el arreglo del cabello, por el
cual gasto casi 1 hora arreglándolo.
Pasamos al desayuno, este
depende de si estoy atrasada o si aún me sobra algo de tiempo y las opciones
son variadas, pero algunas veces papá se despierta y con los ojos entredormidos
me prepara algo que me llene más de lo que yo prepararía usualmente, prosigo a
lavarme los dientes y aún con mis ''crocs'' puestas, corro a usar el talco de
pies y a ponerme zapatos. Al despedirme de mi papá y de mi hermano cierro la
puerta, bajo 5 pisos, saludo al celador y camino hacia
la estación del alimentador el cual me lleva al Portal del norte...
Espero 3 minutos, 5 minutos, hasta 10 minutos y si el alimentador no pasa me
voy en un minibús que transporta a gente por $1.000 pesos hasta el portal, al
bajarme recargo la viajero
frecuente y busco el Transmilenio más vacío, aclarando que odio la
multitud, pues al ser baja de estatura estoy sometida a empujones y a
pisotones. Entro al H27 o al H51 los cuales hacen sólo 2 paradas antes de
llegar a la estación de la 76 en donde me bajo para ir a la Universidad, no hay
mucho que ver a través de las ventanas mientras dura el trayecto pues
a las 8 de la mañana solo hay trancones por la Autonorte. Llegar a la estación de la 76 es
como mí volver a respirar puesto que ya no estoy apretada...
Emprendo la caminata de 2 cuadras a la Universidad, pero antes
compro algunos dulces o chicles a los cuales soy adicta.
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